Para condenar a lo que llama “monopolios mediáticos”, el kirchnerismo armó otro monopolio con el que usa y premia a empresarios y periodistas adictos , que renuncian al mandato de informar objetivamente. Y pese a todo el dinero que recibe, mantiene un nivel bajísimo de aceptación ciudadana . En 2009, el grupo de medios de Szpolski concentró, con 42,6 millones de pesos, el 19,3 por ciento de toda la pauta que el Estado distribuyó entre los medios gráficos. No se cuenta en ese porcentaje los avisos pautados en “Tiempo Argentino”, una especie de “6, 7, 8” gráfico que al momento del análisis no había salido a la calle.


Canal 7 fue la plataforma de lanzamiento de “Tiempo” con varios spots publicitarios al día, seguidos, a otras horas, por otra publicidad del grupo Szpolski, la revista XXIII. A principios de 2007, Szpolski compró el diario “Infobae” a Daniel Hadad, de quien era socio minoritario desde 2004. Lo rebautizó “BAE -Buenos Aires Económico”. En 2006, “BAE”, que tenía un promedio de tirada diaria de 2.035 ejemplares, recibió 1,18 millones de pesos en pauta publicitaria estatal, que se incrementó a 3,96 millones en 2007, a 4,73 millones al año siguiente y a 6,08 millones en 2009. En ese mismo lapso, el diario “Crítica de la Argentina”, con una postura editorial distinta, recibía 2 millones de pesos, pese a que cuadruplicaba con 9.300 ejemplares la tirada de BAE .


El diario “Página 12”, que asumió un kirchnerismo explícito, recibió en 2009 como pauta publicitaria estatal 42,6 millones de pesos , para una tirada de 12.800 ejemplares diarios. En ese lapso, Clarín recibió 40,3 millones de pesos (348.700 ejemplares diarios) y La Nación 18,6 millones (150.900 ejemplares por día).


El diario “Página 12”, que asumió un kirchnerismo explícito, recibió en 2009 como pauta publicitaria estatal 42,6 millones de pesos , para una tirada de 12.800 ejemplares diarios. En ese lapso, Clarín recibió 40,3 millones de pesos (348.700 ejemplares diarios) y La Nación 18,6 millones (150.900 ejemplares por día).


En los programas de televisión de militancia kirchnerista también se aplican los mismos métodos que, según afirman sus conductores, emplean otros medios y que el kirchnerismo critica con fervor . En especial en “6, 7, 8”, “Duro de domar” y “TVR”, producidos por el empresario Diego Gvirtz. En los tres programas se hace gala de un “pluralismo” y una multiplicidad de pensamientos que cuesta ver plasmados en las emisiones de los tres programas: en ninguno de ellos se ha visto o escuchado nunca la voz de un opositor al Gobierno o una crítica a la gestión de la Presidenta.


“El programa se orientó hacia una radicalización que no comparto. Yo tengo una manera de analizar la realidad que integra e involucra dudas. Y en ‘6, 7, 8’ no había mucho lugar para dudar”, reveló a la revista “Noticias” María Julia Oliván, conductora del programa hasta que decidió abandonar: “Lo discutía con Gvirtz: en Clarín salen oficialistas, pero a ‘6, 7, 8’ no van opositores . No me parecía justo. (…) No coincido con que los periodistas son todos títeres de los medios, porque eso me haría un títere también”.


Al menos cuatro panelistas del programa “Duro de domar” tuvieron problemas por no enfocar al pie de la letra los deseos de la producción, que los invita a decir “lo que piensan”, pero adopta medidas drásticas cuando eso sucede. “Siempre cumplí con la productora. Cuando me contrataron, me dijeron que no iba a tener una bajada de línea editorial. Gvirtz me incentivaba a opinar y ahora no entiendo por qué me saca ”, dijo a la revista “Noticias” Jazmín de Grazia, que sospecha fue expulsada del programa que conduce Daniel Tognetti por haberse enfrentado al jefe del Gabinete , Aníbal Fernández, a cargo ahora del reparto de los millones de la publicidad oficial.


En los programas de la prensa adicta la oposición es ridiculizada, humillada, agredida bajo la pátina de un humor dudoso y sin que tengan una mínima posibilidad de ejercer su defensa.
En vísperas del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, la particular visión del periodismo que tiene el kirchnerismo quedó patentizada en los programas de televisión afines al Gobierno. En “6, 7, 8” se dijo que había dos sectores del periodismo: uno era el que estaba “junto a Fútbol para todos”; el otro, el resto de la prensa argentina. Los miembros del panel teorizaron sobre la idea de que hay un sector de la prensa que aspira a que el seleccionado argentino pierda en Sudáfrica, “porque si gana la selección, gana Kirchner” . La posta fue rápidamente recogida por Tognetti, que cargó contra algunas críticas de la prensa hacia los jugadores de Maradona, para acusar “al monopolio Clarín” de ir contra la Selección.




El escándalo desatado por los “barrabravas” en Sudáfrica, incluidos los violentos enviados por el kirchnerismo y que fueron deportados de ese país, desató en la prensa adicta una visión piadosa sobre el drama de la violencia en el fútbol. En un país en el que, a causa de la violencia, el público común casi no puede ir a las canchas, el papelón de los “barrabravas” en Sudáfrica fue minimizado por la prensa kirchnerista .


La segunda banalización del drama quedó en manos del relator deportivo Víctor Hugo Morales, devenido en locutor oficial, que afirmó que siempre hubo barras bravas y que si ahora se denuncia es “porque mafiosos periodistas” habían dejado de “proteger” al titular de la AFA, Julio Grondona.


El pasado domingo, la conducción de “6, 7, 8” cerró el programa con un untuoso elogio mutuo entre los tres programas de la productora de Gvirtz. Dijo el conductor, en referencia a “6, 7, 8”, a “Duro de domar” y a “TVR”: “El tanque (sonrisas) saluda a los tanquecitos”. Toda una alegoría militarista que define a quienes la emplean.
Tan grave como esta concentración de medios oficiales es la metodología del escrache contra la prensa . Y la inacción oficial ante esos ataques, cuando no la justificación indirecta: el propio Mariotto los asoció a la “libertad de expresión”. No hace falta explicar que es exactamente al revés: si hay algo que buscan es bloquear la palabra de los periodistas.
Son todos actos inadmisibles bajo cualquier gobierno democrático , como el simulacro de enjuiciamiento público en la plaza de Mayo. La falta de condena del Gobierno a las agresiones dice mucho sobre lo que piensa. A fines de marzo fue atacada en Caleta Olivia la periodista Adela Gómez, a quien le incendiaron su auto como advertencia . Todavía el Gobierno no se enteró.